Edición por Perla Camacho Camarena
– No manches, exclamé con orgullo. Es la tercera vez que la veo y podría mirarla una cuarta y quinta vez. Me late un chingo la atmósfera de la peli, me recuerda a Blade Runner.
– La neta está bien chida, dijo Mckenzie mientras dejaba pasar a un señor que se disponía a ocupar un asiento en la parte trasera del micro. Leí en una revista que la escena en la que muere Brandon Lee, es cuando Erick Draven entra a su casa y encuentra a su novia siendo asaltada por la pandilla.
– Güey, se suponía que la pistola era de utilería, respondí afectado.
Cuando el microbús pasó por la tienda de don Fidencio, Mckenzie me pegó con su codo, y con un movimiento sutil de su cabeza y sus ojos me señaló la puerta del descenso.
– Cámara, mañana nos vemos. ¿A qué hora empieza la comida? Dijo Mckenzie alejándose lentamente.
– Cáele como a las 3, dije automáticamente.
– Va que va, contestó Mckenzie entusiasmado.
Llego a casa, abro la puerta de la entrada e inmediatamente les hago saber a mis papás, mediante un ruidoso grito, que ya he regresado del cine. Acto seguido, desde su habitación, mi mamá me pide que revise las gelatinas que se encuentran en la cocina. Las checo y compruebo que se encuentran a temperatura ambiente, de tal manera que abro la puerta del refrigerador para ingresar la charola repleta de gelatinas. Sin embargo, cuatro juguitos Sonrisa de uva y cinco Clubs de Chambourcy colocados en el piso superior del refri impiden mi propósito. Pongo la charola en la mesa de la cocina; saco los juguitos y los coloco en la mesa; extraigo los yogurts y los recargo en la mesa; meto la charola de las gelatinas; acomodo los juguitos y los yogures en el interior del frigorífico. Estas maniobras me provocan fastidio e irritación.
Subo las escaleras, abro la puerta del estudio para saludar a mi papá. Como supuse, está hablando por teléfono. Lleva tiempo acaparando el auricular, no lo culpo, la primera mitad de 1994 ha dado mucho de qué hablar. Las últimas charlas telefónicas que le he escuchado, han girado alrededor de la muerte de Colosio, en torno a la segunda declaración de la selva Lacandona y sobre la próxima elección presidencial.
Entro al cuarto de mi mamá y le aviso nuevamente que ya llegué. Sin quitar la mirada del televisor me pregunta si ya guardé las gelatinas en el refri. Le explico que después de varias y difíciles maniobras, logré guardarlas. Luego, le pregunto si las gelatinas son para nosotros o para la comida de mañana.
– Son para nosotros respondió mi mamá. Tu tía hizo gelatinas y flan para la carne asada de mañana.
Me voy a mi cuarto, enciendo la tele, me acuesto en la cama y pongo Raizónica. Pienso en la comida de mañana y la verdad es que las expectativas son bastante altas. Van a estar mis primos Xavier, Florits y Ana, se va a poner buenísimo.
*
Aunque son vacaciones de verano, mi entusiasmo por la comida hace que me despierte casi de madrugada. Mi reloj de Homero Simpson, marca las diez de la mañana en punto. Tomo una ducha y me esmero en asear meticulosamente cada rincón del cuerpo. Son las diez con cinco minutos y me encuentro en mi habitación buscando el atuendo adecuado para la carne asada:
X Playera de los Red Hot Chilli Peppers
Abro el armario, reviso someramente la sección destinada a playeras y nada. Vuelvo a revisar la montaña de playeras amontonadas y nada. Busco en el cesto de la ropa sucia y nanai. Salgo al lavadero y en un pequeño montículo de ropa sucia encuentro mi preciada camiseta del “Blood Sugar Sex Magik” de los Peppers. Olfateo la totalidad de la prenda y concluyo que aunque la camisa desprende un cierto aroma a agrio, el efecto de mi loción contrarrestará el mal olor.
Al terminar el desayuno, me alisto para ayudar en los preparativos de la carne asada. Salgo por la parte posterior de la casa, subo unos cuantos escalones, camino un breve trecho, subo otros pocos escalones y llego a casa de mis abuelos. Al entrar me encuentro con risas y carcajadas que provienen de la cocina. Haciendo sobremesa están mis abuelos, mis tíos Rossy y Juanito, y mis primos Pepe, Jeny, Florits y Daniela. Están todos excepto Mau, quien se encuentra en Acapulco probando suerte en el mundo de los negocios. Recientemente, acaba de abrir un antro-bar llamado “Timau”. Saludo a todos, y después de un rato de chacoteo, ponemos manos a la obra. De acuerdo con la asignación de tareas, me toca barrer la entrada de la casa. Posteriormente, Pepe me pide que lo acompañe.
– Carnal, acompáñame a la tienda por los chescos y las chelas.
Cuando regresamos con el arsenal de bebidas, Jeny se acerca a nosotros para examinar las bolsas. Aprueba la adquisición de cocas, sidrales y squirts. Sin embargo, al revisar las bolsas de chelas, su semblante cambia. Acepta de buena gana la compra de coronas y de cervezas modelo especial, pero protesta por la presencia de negras modelo.
– ¡Enaaano!, grita Jeny buscando mi rostro ¿Por qué compraron negras modelo? Sabes muy bien que las cervezas obscuras me tuumban.
-Ja, ja, ja ¡Sabía que ibas a reaccionar de esta manera! Respondí en medio de una sonrisa prolongada. Acuérdate que mis papás son habituales consumidores de la “crema de la cerveza”.
Pongo los chescos y las chelas en una tina enorme rebosante de hielo. La tina se encuentra justo a las faldas del árbol de aguacate. Este sitio se había convertido en un lugar icónico para mis primos grandes. Hacía algunos años que mi abuelo, a la sombra del árbol de aguacate, levantó un enorme asador y una extensa mesa de madera, situación que dio pie a la creación de un espacio dedicado a la convivencia, la fiesta y la parranda. Ja, ja, ja, en este lugar me ha tocado ver a mis primos y a sus amigos en situaciones muy comprometedoras, los vómitos, congestiones alcohólicas, envases rotos, parejas inconcebibles y gente dormida en el suelo, eran escenas comunes de lo que mis primos comenzaron a llamar “Aguacatazos”. No obstante, si bien en esta ocasión mis primos Xavo y Ana, habituales asistentes a los “Aguacatazos” estaban invitados a la comida de hoy, la presencia de mis abuelos, de mis tíos y de mis papás obstaculizaban la realización de un reventón juvenil.
Mckenzie llegó poco antes de las tres. Xavo y Ana arribaron como a eso de las tres y media. Después de comer un riquísimo arroz rojo y al término de una buena tanda de tacos de carne asada, las chelas y el tequila comenzaron a rolar a lo largo y ancho de la mesa. Mckenzie y yo aprovechábamos los descuidos de mis papás, mis tíos y mis abuelos para entrarle al tequila y a las cheves.
Para mi sorpresa, entre las ocho y nueve de la noche, Xavo se acercó y me apartó ligeramente de la reunión para decirme que fuera a mi casa por una sudadera.
– ¿Cómo? ¿Para qué? Respondí instintivamente.
– Ya hablé con tus jefes y te dieron chance de salir con nosotros. Ojo, si te preguntan algo, vamos a ir al cine y luego a Coyo a cenar.
Después, Xavo se volteó hacia Mackenzie y le pidió que hablara por teléfono a su casa y dijera lo mismo.
**
No lo podía creer, yo en el auto de mis primos, listo para dirigirme a… no sé, pero no cabía de la emoción. Sólo pensaba que iba a ser una salida épica. La verdad es que siempre me llamaron la atención las anécdotas de mis primos en referencia a reuniones, fiestas e idas a Rockotitlán y a Rockstock. Me parecían lo máximo, la neta del planeta.
Dentro del coche, quiero decir “La Verdolaga”, que es como mis primos le llaman al Tsuru II color blanco, íbamos Florits, Ana, Mckenzie, Xavo y yo. Cuando recién salimos de casa, un grupo de personas que formaban una especie de rueda compacta, similar a la que realizan los jugadores de futbol americano cuando el mariscal de campo anuncia la próxima jugada, impedían nuestra salida. Al notar que la bolita ignoraba nuestra presencia, Xavo tocó el claxon, e inmediatamente el grupo rompió formación. Cuando pasamos a un costado de ellos, Ana, que iba de copiloto, asomó su cabeza por la ventana y les gritó: “¡Apártense, que ahí les va La Verdolaga!”
La primera escala de nuestro trayecto fue la tienda de abarrotes que se encuentra antes de llegar a la iglesia de Tetelpan. Después de organizar la vaca, Ana me pidió que le ayudara con las chelas. Xavo apagó el coche y nos dio las llaves para abrir la cajuela. Una vez abierta, tomamos diez envases de caguama y entramos a la tienda. Ana ingresó con mucha naturalidad y soltura saludando de manera cordial al tendero.
– ¿Las 12 de siempre? Preguntó el dependiente.
– No, respondió Ana mientras colocaba sobre el mostrador el dinero de la compra. Hoy voy a llevar 10. La semana pasada se me rompieron dos envases.
Cuando llegamos al coche, le entregamos a Mckenzie dos caguazakis bien muertas. Las ocho restantes las acomodamos en la cajuela.
En el momento en que Mcbein intentaba destapar con el encendedor una de las caguamas, Xavo, Ana y Florits, comenzaron a cuchichear sobre nuestro próximo destino. Yo supuse que debatían sobre a qué fiesta o lugar debíamos acudir. Cuando por fin se destapó la primera chela de la noche, Xavo exclamó: “reven, allá vamos”, e inmediatamente subió el volumen de la radio.
Después de unos treinta minutos de recorrido, Ana dijo: “ya por aquí”. Xavo disminuyó la velocidad y comenzó a recorrer las inmensas cuadras de la colonia Narvarte. Dábamos vueltas y vueltas y no nos deteníamos. Mckenzie y yo nos miramos y alzamos los hombros preguntándonos ¿por qué demonios no nos estacionábamos si las aceras se encontraban semivacías? Mckenzie desesperado por esta situación, le preguntó a Ana por la dirección del reventón. Antes de que Ana contestara, Florits nos introdujo en la dinámica de la noche.
– Aún no sabemos a qué fiesta vamos a ir. Damos vueltas porque estamos esperando escuchar música. En cuanto eso suceda, nos estacionamos, nos bajamos y vemos qué tal está el ambiente de la fiesta o de la reunión.
– Uoooou, exclamamos Mckenzie y yo, e inmediatamente pusimos nuestros oídos al servicio de la empresa.
De pronto, mientras transitábamos por la calle de Pitágoras, todos los tripulantes de La Verdolaga escuchamos música proveniente de un edificio color turquesa. Una vez estacionados, Xavo recargó su brazo derecho en la parte superior de su asiento, y en medio de una sonrisa recatada, nos comunicó el plan a seguir.
– Vamos a hacer lo siguiente: Ana, Mckenzie y Beto van de vanguardia. Si no regresan en veinte minutos, quiere decir que la fiesta está chida. En ese momento, Florits y yo tomamos las chelas y los alcanzamos.
– Vientos, dijo Ana, animándonos a Mckenzie y a mí a bajar del coche.
Cuando arribamos a la entrada del edificio Ana nos jaló del brazo y nos dijo: vamos a preguntar por Alejandra. Siempre hay una Alejandra. Es un nombre infalible.
Prestamos oídos a la música que aún nos resultaba difusa, y llegamos al tercer piso, justo al departamento 302.
Ana le ordenó a Mckenzie que tocara la puerta. Este dobló ligeramente el dedo medio y el dedo índice de su mano derecha y tocó tímidamente la puerta. Acto seguido, inundado de nervios, se desplazó hacia la parte más alejada de la puerta que acababa de tocar. Obviamente su toquido fue tan flojo que nadie atendió. Cuando volvió a tocar, esta vez con mayor determinación, abrió la puerta un señor alto de unos cuarenta y algo de años que vestía pantalones de mezclilla y un suéter al estilo César Costa, de esos que en la parte frontal lucen rombos de diversos colores.
– Buenas noches, dijo Ana. ¿Está Alejandra?
– Ale aún no llega, respondió el señor del llamativo pulóver. Pero si quieren esperarla, pasen. Ella llega en un ratito.
– Muchas gracias, respondimos al unísono.
Con una seguridad bárbara, pasamos un escueto pasillo, el comedor y la puerta de la cocina, hasta llegar a la sala. El señor del suéter cesarcostiano nos invitó a sentarnos y nos presentó con dos parejas más o menos de su misma edad que ocupaban la parte de la sala más próxima al balcón.
– Son amigos de Ale, señaló. ¡ARTUUURO!, gritó ipsofacto.
A la distancia se escuchó una voz que respondió: ¡Voooy!
Cuando Arturo llegó a la sala el señor que nos recibió, le advirtió que nosotros éramos amigos de su prima Ale.
Arturo nos saludó con mucha amabilidad.
– Qué buena onda que vinieron. Hace un rato hablé con Ale y me comentó que viene un poco retrasada. ¿Ustedes van con ella en el “Queen”?
– Bueno, dijo Ana. Yo la conocí en el Queen, pero la verdad es que estuve poco tiempo, me cambié al Asunción.
– ¿Quieren escuchar algo en particular? Preguntó Arturo acercándose al modular y al enorme bonche de cidís que se encontraban apilados encima del piso correspondiente al tocadiscos.
– Nop, respondió Mckenzie. Lo que tú quieras escuchar está chido.
Arturo, que vestía unos jeans, una camisa color chedrón y un ligero chaleco multicolor, sintió que el nuevo lanzamiento de Cristian Castro no iba ad hoc con nuestra fachada. Ana llevaba una falda larga obscura, botas guindas, una playera gris y un suéter holgado color negro. Mckenzie, al igual que yo, llevaba pantalones de mezclilla desgastados y una sudadera gris obscuro. La diferencia radicaba en que en lugar de la playera de los Chicles Peppers, Mckenzie llevaba puesta una de Skid Row, junto con un cuerito en el cuello que soportaba el peso de un cráneo dorado que abría y cerraba la mandíbula.
Arturo puso a los Guns and Roses y anunció que iba por botana.
Mientras que el grupo cercano al balcón sostenía una conversación que giraba alrededor de exparejas neuróticas, a mí me llamó la atención la lámpara que colgaba en la parte superior de la sala. Los adornos de hojas de vidrio soplado que distorsionaban el paso de la luz se me hicieron bastante familiares. Chale, pensé, esta familia debe de ir al mismo bazar de artesanías al que va mi mamá.
De pronto, Ana se levantó súbitamente y preguntó: ¿podemos salir? Queremos ir a la tienda.
¡Nos dimos a la fuga! En las escaleras nos encontramos a Florits y a Xavo con una bolsa de mercado repleta de caguamas.
– Eso pintaba para una reunión aburridísima, dijo Mckenzie.
– Además iba a llegar puro pinche fresiiiiita, advirtió Ana, al tiempo que se carcajeaba cada vez que recordaba su supuesta vida académica en el colegio Asunción.
– No manches, dije reprobando sus gustos musicales, ¿vieron los cidís? Puro Luismi, Laura Pausini y Jon Secada.
Xavo puso en marcha el auto para seguir recorriendo la colonia. Esta vez, al escuchar música de Miguel Mateos originada en una casa con fachada color arena, paramos y llevamos a cabo la misma operación.
– Buenas noches. ¿Se encuentra Alejandra? Preguntó Ana con seguridad.
– ¿Alejandra? Respondió sorprendida una mujer de cabello corto, de unos treinta y pocos de años.
– Mmmm, ¿no es la fiesta de Alejandra? Replicó Ana.
– Ya ves, te dije que era en la acera de enfrente. Sostuvo Mckenzie señalándome a mí como el culpable de este hipotético error.
El tercer intento nos llevó a una casa que ocupaba poco más de la mitad de una cuadra. En esta ocasión, además de música, se escuchaba perfectamente el bullicio de los invitados. Usando el mismo procedimiento, caminamos la barda adornada con hojas de enredadera, hasta llegar a la puerta de acceso. Cuando llegamos a la entrada, una media docena de personas abrieron la puerta y salieron en medio de risas y empujones. Esta condición nos permitió colarnos sin dificultades.
Luego de atravesar un jardín enorme, en el que sobresalía una réplica de la “Paloma” de Juan Soriano, anduvimos por un pasillo lateral que nos introdujo a un jardín ulterior colmado de gente que bailaba al compás de Tainted Love de Soft Cell.
Ana, Mckenzie y yo, chocamos las manos emocionados. A los veinte minutos, arribaron Florits y Xavo con cinco caguamas que fueron rápidamente aniquiladas al ritmo de Bauhaus, Siuxie, The Cure y Depeche.
Encendidos y agitados, emprendimos el regreso a casa a bordo de La Verdolaga. Justo cuando nos incorporamos a la Calle de Molinos para tomar periférico sur, en Rock 101 sonaron los acordes de la versión de Hard to Handle de los Black Crowes.
La señora euforia se apoderó de nosotros. Recién nos incorporamos al Peri, Xavo le pidió a Ana que tomara momentáneamente el volante y en un acto temerario, sacó la mitad de su cuerpo por la ventana, estiró el cuello y gritó con particular vehemencia una de las frases nitzcheanas que más le gustaba citar: “Los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos”.
Cuando se reincorporó y puso las manos en el volante, el resto de los tripulantes gritamos de manera exultante, festejando su osadía.
***
– ¿Quién quiere las gotas de la felicidad? Preguntó Florits, mientras dejábamos atrás la iglesia de Tetelpan.
– Yo le doy matarile, dijo Mckenzie atacando la última botella de caguama.
Al llegar a “la Curva”, Xavo paró el coche. Mckenzie y yo nos despedimos agradeciéndoles por la noche más chingona de nuestra corta e insulsa vida.
Acto seguido, Xavo echó ligeramente el coche en reversa para tener una salida más fácil. Cuando Xavo comenzó a acelerar Ana vociferó: “para la próxima, la Del Valle”.
Edición por Perla Camacho Camarena
El cambio climático es el causante de la crisis ambiental que afecta a las ciudades en la actualidad, poniendo en riesgo el bienestar de la población humana. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) señala que muchos de los riesgos climáticos emergentes se encuentran en las ciudades, espacios en donde habita más del 50% de la población mundial y en donde toma lugar gran parte de la actividad comercial e industrial generadora de riqueza y bienestar para la sociedad global. Las zonas urbanas ocupan tan sólo el 2% de la superficie total del planeta; sin embargo, demandan una enorme cantidad de recursos naturales, por ejemplo, consumen el 78% de la energía mundial y el 75% de los recursos del planeta, mientras producen entre el 60 y 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Por tal motivo, gobiernos y organizaciones a nivel mundial han identificado que las ciudades son un punto clave para la solución de muchos de problemas ambientales actuales y que, mediante estrategias adecuadas de mitigación y adaptación al cambio climático, se podrían reducir considerablemente las emisiones de GEI a corto plazo. Es importante dejar claro que por estrategias de “mitigación” se entienden aquellas acciones que moderan o disminuyen las emisiones de GEI y, por estrategias de “adaptación”, acciones que limitan los impactos, reducen vulnerabilidades e incrementan la resiliencia frente al cambio del clima de los sistemas naturales y humanos.
Una estrategia ante el cambio climático consiste en fomentar el mantenimiento, incremento e interconexión del arbolado urbano, ya que se han documentado ampliamente los beneficios de la presencia de árboles en las ciudades. Algunos de los servicios que nos brinda la vegetación urbana son los siguientes: funcionan como enfriadores naturales, sobre todo, en lugares en donde las altas temperaturas son una constante, como en la ciudad de Mérida. Esto ocurre gracias a que las hojas verdes de los árboles tienen la capacidad de reflejar la luz solar con mayor facilidad y, a diferencia del asfalto o el pavimento, no la absorben en gran cantidad. De igual manera, el efecto de la sombra y evapotranspiración permite el intercambio del agua del suelo a la planta y, posteriormente, al aire. Esto da como resultado que el ambiente sea más húmedo y que, como consecuencia, la temperatura disminuya. Otro beneficio es que mientras más áreas arboladas tenga una ciudad, su capacidad de regular las inundaciones aumenta. Esto se da porque las raíces de las plantas, junto con la microbiota del suelo (hongos, animales), crean una red de canales subterráneos que permiten que el agua pueda infiltrarse con facilidad. Cuando se sustituyen áreas con vegetación por asfalto o cemento, el suelo se compacta (es decir, se pierden los espacios aéreos de éste) y pierde su capacidad de absorber el agua. Si a esto le sumamos la contaminación por desechos sólidos que obstruyen las coladeras, el resultado es catastrófico: menor infiltración y mucho mayor inundación.
Los árboles también son filtradores de contaminantes del aire; por ejemplo, para la realización de la fotosíntesis (proceso por medio del cual las plantas crean su propio alimento) las hojas necesitan energía solar, agua, sales minerales y dióxido de carbono (CO2). Este último es uno de los principales gases de efecto invernadero, causante del calentamiento global. Entonces, coloquialmente hablando, los árboles absorben CO2 (gas contaminante) para realizar la fotosíntesis y uno de los resultados de este proceso es el oxígeno, gas sin el cual los seres vivos no podríamos existir, ya que es fundamental para el sustento de la vida.
Un beneficio más de los bosques urbanos se ve reflejado en el bienestar social, ya que diversos estudios sociales en entornos urbanos demuestran que las áreas verdes tienen efectos directos en la salud, tales como disminución de la obesidad, del estrés, de enfermedades mentales y cardiorrespiratorias, así como también, disminución en los niveles de violencia, temas de vital importancia en la actualidad, es decir, en tiempos de pandemia.
Finalmente, otro de los grandes beneficios de los bosques en las ciudades, es que, al albergar y contener una gran diversidad de organismos vivos, mantienen la funcionalidad del ecosistema urbano en conjunto. Por ejemplo, en estos parches de vegetación viven mamíferos, anfibios y reptiles, los cuales son controladores de ratas, ratones, moscos y chinches, animales que transmiten enfermedades que afectan a los seres humanos. De igual manera, en estos bosques habitan aves, insectos (como avispas y abejas), y mamíferos voladores (como murciélagos), los cuales fomentan la dispersión de las semillas de los árboles y la polinización de éstos.
Mérida es una ciudad que cuenta con grandes espacios de vegetación dentro de la zona urbana; sin embargo, en los últimos años, ha aumentado la inmigración a la ciudad, fenómeno que posiblemente se deba a que actualmente está considerada como una de las ciudades con mejor calidad de vida y con mayor crecimiento económico dentro de México. Debido a esto, la mancha urbana está creciendo de manera acelerada (995,129 habitantes hoy en día) y existe un mercado desmedido de constructoras e inmobiliarias que están impactado drásticamente la selva yucateca y su biodiversidad, así como los recursos naturales en general y, por consiguiente, la funcionalidad del ecosistema. Es sumamente importante, que la industria de la construcción tenga presente las características ecológicas locales; que conozca y esté consciente de los inminentes efectos del cambio climático en Mérida (inundaciones, huracanes de mayor fuerza y frecuencia, olas de calor más intensas), y que tenga presente los beneficios de los bosques urbanos como una de las estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático.
La divulgación e implementación de estas estrategias ante el cambio climático debe ser una prioridad en los diferentes niveles de gobierno en conjunto con la ciudadanía, organizaciones civiles, academia e iniciativa privada para garantizar la sostenibilidad de los recursos naturales de Mérida y del estado de Yucatán.
Edición por Perla Camacho Camarena
El sistema de puntuación del INFONAVIT entró en vigor el 16 de abril de este año. Desde hace más de veinte años, a los derechohabientes del INFONAVIT se les exigía juntar 116 puntos para tener derecho a solicitar su crédito.
Para calcular esta puntuación, el instituto tomaba en cuenta los siguientes factores:
Al trabajador le tomaba entre uno y dos años juntar los 116 puntos para poder solicitar su crédito, siendo el factor más importante el monto de su salario. A partir de las reformas constitucionales en el INFONAVIT promulgadas en octubre de 2020, los derechohabientes tienen que juntar 1080 puntos en lugar de 116. Evidentemente, 1080 es un número mucho mayor que 116.
El INFONAVIT, a través de su director, Carlos Martínez Velázquez, de sus redes sociales y de un sinnúmero de artículos en periódicos y revistas han tratado de convencernos de que es más fácil y justo juntar 1080 puntos que 116.
“Más puntos no significan más requisitos sino que ahora, el INFONAVIT tomará en cuenta más factores para evaluarte y ya no solo tu edad, salario o tu ahorro en la Subcuenta de Vivienda”. Esta fue la declaración que el director estuvo difundiendo a través de distintos medios, la cual parece propaganda pagada.
Resulta notable la similitud de varios artículos que se publicaron en diferentes medios escritos. Considero que vale la pena compartir los enlaces para que se constate que se trata de la misma nota, validando así la imposición del nuevo sistema de puntaje.
AS México: https://mexico.as.com/mexico/2021/05/28/actualidad/1622156034_104192.html
La Jornada: https://www.lajornadadeoriente.com.mx/tlaxcala/infonavit-puntaje-credito-hipotecario/
Yo sostengo que, a pesar de todo el esfuerzo que ha hecho el INFONAVIT por demostrar que el nuevo sistema de puntación es mejor que el anterior, es injusto y afecta a una gran cantidad de trabajadores, sobre todo a los que trabajan en microempresas.
Los nuevos criterios son los siguientes:
Los primeros cuatro incisos tienen que ver con los méritos individuales de cada trabajador. El resto de los incisos califican a la empresa. Esto es totalmente injusto y arbitrario.
La empresa o patrón debería de ser calificado en otro esquema con los premios o penalizaciones a las que el empleador se haga acreedor. Si el empleador tiene una mala estabilidad laboral o un mal comportamiento de pago, se castiga al trabajador con una puntuación baja alejándolo de la posibilidad de ejercer su crédito.
El inciso “g” no solo es absurdo sino también discriminatorio. Bajo este criterio, el INFONAVIT califica al trabajador de acuerdo con el giro y la ubicación de la empresa donde presta sus servicios. El INFONAVIT debería de aclarar o sacar una lista de cuáles son los giros y las ubicaciones que dan más puntos.
También me parece infame, que aunque no está en la lista de criterios la están aplicando, es la revisión del Buró de Crédito.
Resulta evidente que las políticas, lineamientos y criterios del INFONAVIT tienen como objetivo segregar a los trabajadores que menos tienen, a los trabajadores de las comunidades más apartadas. Sin importar que un trabajador cumpla con sus jornadas laborales por varios bimestres y que le descuenten su aportación y sus impuestos cada vez que cobra, si al INFONAVIT no le gusta la ubicación de su centro de trabajo o si su patrón se atrasó (justificada o injustificadamente), no podrá juntar los 1080 puntos para poder ejercer su crédito.
Con estas medidas arbitrarias, el INFONAVIT viola el artículo 123 de la Constitución, que en ninguna parte menciona todas las condiciones que ahora impone el instituto para otorgar créditos baratos y suficientes para que los trabajadores adquieran habitaciones cómodas y dignas.
ARTICULO 123
B. Entre los Poderes de la Unión y sus trabajadores.
Fracción XI Inciso f:
Se proporcionarán a los trabajadores habitaciones baratas, en arrendamiento o venta, conforme a los programas previamente aprobados. Además, el Estado mediante las aportaciones que haga, establecerá un fondo nacional de la vivienda a fin de constituir depósitos en favor de dichos trabajadores y establecer un sistema de financiamiento que permita otorgar a éstos crédito barato y suficiente para que adquieran en propiedad habitaciones cómodas e higiénicas, o bien para construirlas, repararlas, mejorarlas o pagar pasivos adquiridos por estos conceptos.
Las aportaciones que se hagan a dicho fondo serán enteradas al organismo encargado de la seguridad social regulándose en su Ley y en las que corresponda, la forma y el procedimiento conforme a los cuales se administrará el citado fondo y se otorgarán y adjudicarán los créditos respectivos.
Edición por Perla Camacho Camarena
Dicen los ecologistas de Facebook que un tren que va a correr sobre vías que ya existen, a un lado y en medio de carreteras que ya existen y paralelo a tendidos eléctricos que ya existen, va a destruir la selva maya.
Dicen los mismos ecologistas, esos que van en automóvil o camión al Caribe, que la construcción de un tren va a contaminar el medio ambiente. Está demostrado que un tren contamina menos que sus coches y camiones. Punto para el tren.
Dicen los mismos ecologistas de Facebook que atraviesan “la selva maya” en carreteras que ya existen, que el tren va a acabar con los jaguares y la fauna de la zona. El proyecto del Tren Maya incluye la creación de decenas de cruces de fauna (hoy inexistentes) para protegerla. Punto para el tren.
Dicen los mismos ecologistas, que la creación de un tren va a provocar el crecimiento desmedido de las localidades por las que pase la vía. Un tren, a diferencia de una carretera, solo genera polos de desarrollo en donde se construyen las estaciones, no durante todo el trayecto. El proyecto del Tren Maya incluye un estudio detallado de las ciudades en las que tendrá estaciones y un plan de desarrollo ordenado y sustentable para cada una. Punto para el tren.
Dicen los mismos ambientalistas, que el proyecto del Tren Maya va a despojar a los ejidatarios de sus tierras. Este proyecto no incluye expropiaciones ni despojos, por el contrario, se ha invitado a los dueños de los terrenos a no vender sus ejidos y volverse socios del proyecto, incluso se ha pagado la deuda que existía con los dueños de los terrenos por los que hoy ya existen vías y que nunca se les pagó (más de $1,700millones). Punto para el tren.
Los mismos ecologistas dicen que el tren es contrario a los deseos de las comunidades indígenas y que se afectarán sus culturas y costumbres. En el 2019 se llevó a cabo la segunda consulta sobre el tema y, nuevamente, una mayoría superior al 90% respaldó el proyecto. Las comunidades indígenas no se verán afectadas y, por el contrario, el proyecto permitirá la promoción de su cultura. Punto para el tren.
El proyecto del Tren Maya es supervisado por ONU Hábitat el programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos que promueve pueblos y ciudades social y ambientalmente sostenibles y ha dado su respaldo y aprobación a este proyecto enumerando los beneficios sociales, económicos y de desarrollo de la región que vendrán con la construcción del tren. Punto para el tren.
Les invito a informarse más a fondo sobre este proyecto que ya está en marcha y que traerá enormes beneficios a nuestra región. Seguramente sus observaciones y análisis podrán enriquecer los estudios que se han hecho al respecto.
El Tren Maya significa progreso y oportunidades para una zona que no ha tenido un proyecto de esta envergadura jamás. Que los ecologistas de Facebook no nos confundan.
Apuntes para mis hijos
(1806-1857)
Tercera Parte
PRESO EN MIAHUATLAN
El juez eclesiástico, sin que terminara el juicio que yo había promovido contra el cura de Loxicha, sin respetar sus propias decisiones y sin audiencia de los quejosos, dispuso cié plano que el acusado volviera a su curato. Luego que aquél llegó al pueblo de Loxicha mandó prender a todos los que habían representado contra él y, de acuerdo con el prefecto y con el juez de partido, los puso en la cárcel con prohibición de que hablaran con nadie. Obtuvo órdenes de las autoridades de la capital para que fuesen aprehendidos y reducidos a prisión los vecinos del citado pueblo que fueron a la ciudad a verme, o a buscar otro abogado que los patrocinase. Me hallaba yo entonces, a fines de 1834, sustituyendo la cátedra de Derecho canónico en el instituto y, no pudiendo ver con indiferencia la injusticia que se cometía contra mis infelices cuentes, pedí permiso al director para ausentarme unos días y marché para el pueblo de Míahuatlán, donde se hallaban los presos, con el objeto de obtener su libertad. Luego que llegué a dicho pueblo me presenté al juez don Manuel M. Feraud quien me recibió bien y me permitió hablar con los presos. En seguida le supliqué me informase el estado que tenía la causa de los supuestos reos y del motivo de su prisión; me contestó que nada podía decirme porque la causa era reservada; le insté que leyese el auto de bien presos, que no era reservado y que debía haberse proveído ya, por haber transcurrido el término que la ley exigía para dictarse. Tampoco accedió a mí pedido, lo que me obligaba a indicarle que presentaría un ocurso al día siguiente para que se sirviese darme su respuesta por escrito a fin de promover después lo que a la defensa de mis patrocinados conviniese en justicia. El día siguiente presenté mí ocurso, como lo había ofrecido; pero ya el juez estaba enteramente cambiado: me recibió con suma seriedad y me exigió el poder con que yo gestionaba por los reos; y habiéndole contestado que siendo abogado conocido y hablando en defensa de reos pobres no necesitaba yo de poder en forma, me previno que me abstuviese de hablar y que volviese a la tarde para rendir mi declaración preparatoria en la causa que me iba a abrir para juzgarme como vago. Como el cura estaba ya en el pueblo y el prefecto obraba por influencia, temí mayores twpebas y regresé a la ciudad con la resolución de acusar al juez ante la Corte de Justicia, como lo hice; pero no se me atendió porque en aquel tribunal estaba también representado el clero. Quedaban pues cerradas las puertas de la justicia para aquellos infelices que gemían en la prisión, sin haber cometido ningún delito, y sólo por haberse quejado de las vejaciones de un cura. Implacable éste en sus venganzas, como lo son generalmente los sectarios de alguna religión, no se conformó con los triunfos que obtuvo en los tribunales sino que quiso perseguirme y humillarme de un modo directo, y para conseguirlo hizo firmar al juez Feraud un exhorto, que remitió al juez de la capital, para que procediesen a mi aprehensión y me remitiesen con segura custodia al pueblo de Miahuatlán, expresando por única causa de este procedimiento, que estaba yo en el pueblo de Loxicha sublevando a los vecinos contra de las autoridades, ¡y estaba yo en la ciudad distante cincuenta leguas del pueblo de Loxicha donde jamás había ido! El juez de la capital, que obraba, también de acuerdo con el cura, no obstante, de que el exhorto no estaba requisitado conforme a las leyes, pasó a mi casa a la medianoche y me condujo a la cárcel sin darme más razón que la de que tenía orden de mandarme preso a Miahuatlán. También fue conducido a la prisión el licenciado don José Inés Sandoval a quien los presos habían solicitado para que los defendiese.
REMEDIO INCOMPLETO
Era tan notoria la falsedad del delito que se me imputaba y tan clara la injusticia que se ejercía contra mí, que creí como cosa segura que el Tribunal Superior, a quien ocurrí quejándome de tan infame tropelía, me mandaría inmediatamente poner en libertad; pero me equivoqué, pues hasta al cabo de nueve días se me excarceló bajo de fianza, y jamás se dio curso a mis quejas y acusaciones contra los jueces que me habían atropellado. Estos golpes que sufrí y que veía sufrir casi diariamente a todos los desvalidos que se quejaban contra las arbitrariedades de las clases privilegiadas en consorcio con la autoridad civil, me demostraron de bulto que la sociedad jamás sería feliz con la existencia de aquéllas y de su alianza con los poderes públicos y me afirmaron en mi propósito de trabajar constantemente para destruir el poder funesto de las clases privilegiadas. Así lo hice en la parte que pude y así lo haría el Partido Liberal; pero por desgracia de la humanidad el remedio que entonces se procuraba aplicar no curaba el mal de raíz, pues aunque repetidas veces se lograba derrocar la administración retrógrada reemplazándola con otra liberal, el cambio era sólo de personas y quedaban subsistentes en las leyes y en las constituciones los fueros eclesiástico y militar, la intolerancia religiosa, la religión de Estado y la posesión en que estaba el clero de cuantiosos bienes de que abusaba fomentando los motivos para cimentar su funesto poderío. Así fue que apenas se establecía una administración liberal, cuando a los pocos meses era derrocada y perseguidos sus partidarios. Desde el año de 1839 hasta el de 40 estuve dedicado exclusivamente al ejercicio de mi profesión. En el año de 1841 la Corte de Justicia me nombró Juez de Primera Instancia del ramo Civil y de Hacienda de la capital del Estado. El 31 de julio de 1843 me casé con doña Margarita Maza, hija de don Antonio Maza y de doña Petra Parada. En 1844 el gobernador del Estado, general don Antonio León, me nombró Secretario del despacho del gobierno y a la vez fui electo Vocal Suplente de la Asamblea Departamental. A los pocos meses se procedía a la renovación de los magistrados del Tribunal Superior del Estado, llamado entonces Departamento porque regía la forma central en la nación y fui nombrado Fiscal Segundo del mismo. En el año de 1845 se hicieron elecciones de diputados a la Asamblea Departamental y yo aparecí como uno de tantos candidatos, que se proponían en el público. Los electores se fijaron en mí y resulté electo por unanimidad de sus sufragios.
En principios de 1846 fue disuelta la Asamblea Departamental a consecuencia de la sedición militar acaudillada por el general Paredes, que teniendo orden del presidente don José Joaquín de Herrera, para marchar a la frontera, amagada por el ejército americano, se pronunció en la hacienda del Peñasco del estado de San Luis Potosí y contramarchó para la capital de la República a posesionarse del gobierno, como lo hizo, entregándose completamente a la dirección del Partido Monárquico Conservador. El Partido Liberal no se dio por vencido. Auxiliado por el partido santanista trabajó activamente hasta que logró destruir la administración retrógrada de Paredes, encargándose provisionalmente de la presidencia de la República el general don Mariano Salas. En Oaxaca fue secundado el movimiento contra Paredes por el general don Juan Bautista Díaz; se nombró una junta legislativa y un poder ejecutivo compuesto de tres personas que fueron nombradas por una Junta de notables. La elección recayó en don Luis Fernández del Campo, don José Simeón Arteaga y en mí, y entramos desde luego a desempeñar este encargo con que se nos honró. Dada cuenta al gobierno general de este arreglo resolvió que cesase la junta legislativa y que sólo don José Simeón Arteaga quedara encargado del poder ejecutivo del Estado. Yo debí volver a la Fiscalía del Tribunal que era mi puesto legal, pero el gobernador Arteaga lo disolvió para reorganizarlo con otras personas y en consecuencia procedió a su renovación nombrándome Presidente o Regente como entonces se llamaba al que presidía el Tribunal de Justicia del Estado. El gobierno general convocó a la nación para que eligiese sus representantes con amplios poderes para reformar la Constitución de 1824 y yo fui uno de los nombrados por Oaxaca, habiendo marchado para la capital de la República a desempeñar mi nuevo encargo a principios de diciembre del mismo año de 46. En esta vez estaba ya invadida La República por fuerzas de los Estados Unidos del Norte: el gobierno carecía de fondos suficientes para hacer la defensa y era preciso que el Congreso le facilitara los medios de adquirirlos. El diputa.do por Oaxaca, don Tiburcio Cañas, hizo iniciativa para que se facultara al Gobierno para hipotecar parte de los bienes que administraba el clero a fin de facilitarse recursos para la guerra. La proposición fue admitida y pasada a una comisión especial, a que yo pertenecí, con recomendación de que fuese despachada de preferencia. El 1O de enero de 1847 se presentó el dictamen respectivo consultándose la adopción de la medida que puso inmediatamente a discusión. El debate fue sumamente largo y acalorado, porque el Partido votó sin embargo el dictamen en lo general; pero al discutirse en lo particular la oposición estuvo presentando multitud de adiciones a cada uno de sus artículos con la mira antipatriótica de que aun cuando saliese aprobado el decreto tuviese tantas trabas que no diese el resultado que el Congreso se proponía. A las 10 de la mañana terminó la discusión con la aprobación de la ley, que por las razones expresadas no salió con la amplitud que se deseaba.