Lo que sucede entre el presidente Andrés Manuel López Obrador, el fiscal autónomo (sic) Alejandro Gertz Manero y 31 científicos acusados de lavado de dinero, así como, la aún más grave acusación en TV abierta y horario estelar, dirigida contra la UNAM, el Poli y la UAM es tan inaudito como digno de análisis. Considero que detrás de estos escándalos mediáticos se esconde una lógica que nos permite comprender el funcionamiento del gobierno denominado de la 4T, los antagonismos que lo atraviesan y el fin de la retórica presidencial en la que AMLO es una especie de cómico vocero de sí mismo y de su gobierno, si es que hay alguna diferencia entre la figura del presidente y el gobierno que más que encabezar, imagina que encarna.
Es aquí precisamente donde empieza el problema: el presidente se toma muy en serio a sí mismo. Lacan decía que “está tan loco un mendigo que se cree Rey como un Rey que se cree Rey”. Es decir, ninguna de las dos figuras puede distanciarse de sí misma para poder analizarse y criticarse. AMLO es un Rey que se cree Rey y que, por lo tanto, respeta sus propios decretos. Él anunció que se combatirá la corrupción y así será. Solo que en su mundo privado, la definición de “corrupción” es muy simple: es corrupta aquella persona que se atreva a cuestionar su mandato y “pueblo bueno” aquellos que aceptan sin chistar sus ocurrencias. Es así como sucedió el milagro: empresarios o políticos que otrora eran parte de la “mafia del poder” dejaron de ser corruptos de la noche a la mañana solo por moverse a las filas de MORENA y mostrar apoyo al presidente.
Terminada de ese modo la corrupción en las altas esferas del gobierno y la iniciativa privada había que continuar la lucha en ámbitos más modestos como las universidades públicas y los apoyos a la ciencia y la tecnología. Por eso el acto tan desmesurado, acusar a 31 científicos de delincuencia organizada y amenazar con encerrarlos en la prisión de máxima seguridad de El Altiplano y cuestionar la labor de las Universidades públicas en televisión nacional. Se trata de un ejemplo y una orden: “esto puede sucederles y mejor obedezcan, hagan las cosas como se les dicen”. Se trata de un recordatorio a la comunidad científica de que “los buenos son pobres”. Así que se acabaron los lujos, las cenas, los viáticos, los buenos vinos, los coloquios, congresos y, sobre todo, las becas. Todo esto no aplica, obviamente, para quienes han probado con creces no ser corruptos ya que son fieles a su causa. Ellos y sus hijos si deben de tener acceso a ese tipo de cosas y de educación porque ya no hay sospechas de que sean corruptos, su entrega a la causa de la 4t así lo atestigua.
¿Esto significa que todo está bien y no hay corrupción en la ciencia y las Universidades en México? ¡De ninguna manera! Solo que desgraciadamente las cosas en la realidad no son tan sencillas como en la cabeza de AMLO. Todo en nuestra Nación está organizado de forma piramidal: unos cuantos en la cima con muchísimo y unos muchos en la base con muy poco. El presidente no ha hecho nada por transformar esa estructura, al contrario, disfruta de ser el Tlatoani, quien está en la cima de la pirámide, considera que el hecho de que alguien honesto “como él” ocupe el cargo, es suficiente para que todo hacia abajo se derrame de “honestidad valiente”.
Las Universidades Públicas y la Ciencia en nuestro país no son la excepción y también están estructuradas piramidalmente. Una elite muy privilegiada está sobre una mayoría que es la que hace la mayor parte del trabajo. En el ámbito de “la Academia” sucede así: los millones de “asistentes”, “profesores adjuntos”, “profesores de asignatura”, “becarios precarizados”, etc. sacan el trabajo de cientos de “Investigadores”, “SNI-quién-sabe-cuánto”, “rectores”, “directores”, “eméritos”, “vacas sagradas”, etc. A AMLO y a la 4t les parece que para “combatir la corrupción” las elites deben mostrarles su apoyo y obediencia y, si no, hay que cambiar esas elites por otras que sí los apoyen y obedezcan. Lo que si no se contempla en el panorama es la que sería la solución a las estructuras piramidales de todos los ámbitos de nuestro país: la democratización de ellos.
Tampoco nos dejemos engañar, AMLO es un gran prestidigitador y sabe ocultarse entre sus semblantes. Por un lado, debe “entregar algo a su público” y, por el otro, tiene que distraer a la “opinión pública” de los verdaderos problemas que no ha enfrentado: la inseguridad, la crisis económica, los “nuevos” pobres generados en su gobierno y la precarización de los que ya lo eran, la pandemia, los homicidios, los feminicidios. AMLO seguirá luchando contra sus quimeras que serán encabezados de los diarios y noticieros y estos graves problemas no se van a abordar.
Edición por Perla Camacho Camarena
A Armando Rodríguez
-¿Neta se puede escoger a Sagat? Preguntó Beto entusiasmado.
-Sí, no manches, puedes jugar con Balrog, con Vega y con Bison, respondí felizmente.
-¿Tienen monedas? Yo traigo un billete de cincuenta. Necesito cambio, expuso preocupado Casahonda.
-Yo también traigo un billete de cincuenta, pero no te preocupes Casa, ahorita paramos un micro para que nos cambie los billetes por monedas de a cinco, dije confiado.
Al cruzar la esquina, notamos que el local de don Lalo lucía una máquina de videojuegos totalmente nueva y fulgurante con la leyenda: Street Fighter II Champion Edition. Al darnos cuenta de que se encontraba sin jugadores, apresuramos la marcha para hacerla nuestra. Sin embargo, de manera inesperada, Omar Iñigo, viejo conocido del colegio, apareció en escena, insertando una moneda por el orificio de arranque de la maquinita y colocando sobre la parte inferior de la pantalla tres monedas de cinco pesotes.
Al término de varias retas, decidimos pedir unos refrescos en bolsa con popote y unas trenzas Patylú.[1] En la baqueta, Casa, exagerando los acontecimientos, le contó a Omar Iñigo sobre nuestra “amistad” con Saúl Hernández.
-Sí, sí lo ubico, expresó Omar Iñigo con enorme indiferencia. Es el roquerillo ése, el que canta la Negra Tomasa. Lo conozco, es mi vecino, vivimos en el mismo fraccionamiento.
-No mames, ¿dónde vives?, expresó Beto atragantándose con la trenza.
De inmediato nos levantamos de la banqueta y seguimos a Omar Iñigo por toda la calle Independencia. Al llegar al fondo de la calle, nos indicó que en el fraccionamiento que comenzamos a divisar, vivía Saúl. Los tres nos quedamos boquiabiertos contemplando la entrada del conjunto habitacional. El acceso luce un arco almenado rebajado, sostenido por dos torres cilíndricas de flanqueo. Desde el exterior se puede observar una firme y sólida muralla, igualmente almenada, que hace recordar al castillo-vivienda de Fénis en Italia.
¿Ven esa Cherokee color negro? Esa es la camioneta del Negro Tomaso. Casi siempre anda de fiesta. A altas horas de la noche se escuchan sus aullidos, sostuvo Omar Iñigo con notable disgusto.
*
-Má, ¿sabías que en el fondo de la calle hay unos departamentos en forma de castillo? Pregunté entusiasmado.
-Ay, mi hijito, me extraña que siendo araña no hayas descubierto antes ese fraccionamiento, respondió mi mamá apagando la hornilla donde calentaba chocolate.
-Pues justamente en esos departamentos vive Saúl, mencioné mientras acomodaba el pan de dulce en la charola del centro de la mesa de la cocina.
-¿Saúl? ¿Quién es Saúl? Preguntó mi madre con desinterés.
-¿Cómo que quién es Saúl, má? Saúl Hernández, mi ídolo, el vocalista de Caifanes, el que me encontré en la Mega. Contesté molesto.
-Ah ya, el que canta la Negra Tomasa, confirmó mi mamá mientras servía las tazas de chocolate.
-¿Qué pasó mi hijito, cómo te fue? Preguntó mi tía Luminosidad al tomar asiento.
-Bien tía, gracias. Oye ¿tú sabías que al final de la calle hay un castillo? Pregunté pensando que mi tía, al igual que yo, desconocía la existencia del fraccionamiento.
-Sí mi hijito, fíjate que esos castillos los construyó don Alberto Payró, mencionó mi tía seleccionando una campechana.
-Si no me equivoco, don Alberto Payró también construyó la casa de descanso “La Divina Providencia” de aquí de la Angostura. Subrayó mi mamá acercándole una chilindrina a mi hermana.
-Bueno, les cuento que yo conocí al señor Payró y era todo un caballero, acentuó Lumi con ese aire lleno de nostalgia con el que hablan los adultos mayores cuando los invaden los recuerdos. Vivía en el Camino Real a Tetelpan en una casa hermosísima. La gente cercana a él decía que sus mayores inversiones las tenía en San Miguel Regla, en el estado de Hidalgo. Si no me falla la memoria, en la primera mitad de los años ochenta comenzó a comprar terrenos en Tetelpan y en los pueblos aledaños con la idea de convertirlos en fraccionamientos para la vivienda. En Tetelpan construyó castillos en avenida Desierto, muy cerca del Fresno, en cerrada de las Flores y en cerrada del Potrero. Además, hizo otros en San Bartolo; lo sé porque mis amigas Polita y Lolita eran muy amigas del señor Payró. Señaló mi tía con gran añoranza.
-Es tan atractivo y exitoso su proyecto, que muchos artistas del medio del espectáculo, principalmente de Televisa, compran o rentan en los castillos de Payró, agregó mi mamá, sorbiendo su tasa de chocolate.
-Tía Lumi, ¿sabías que Saúl vive en los castillos del fondo?, pregunté entusiasmado.
-¿Saúl? ¿Cuál Saúl? Preguntó mi tía.
-¿Cómo que cuál Saúl, Lumi? El que canta la Negra Tomasa. Contestó de inmediato mi mamá.
**
Una vez que descubrimos la casa de Saúl, con la finalidad de saludarlo y de conseguir su rúbrica, comenzamos a realizar guardias en las afueras del fraccionamiento.
Día de espera 1
-¿Qué sabes de Omar Iñigo? Preguntó Casa preocupado.
-Dice Armando que se fue de vacaciones, contesté rápidamente. De hecho, me dijo que Saúl regularmente llega a su chantli como a eso de las cinco de la tarde.
-¡Ahí viene, ahí viene! Gritó Casahonda, señalando una camioneta color negro que se aproximaba.
-No manches Calaca, es una Ram, Saúl tiene una Cherokee, protesté inmediatamente.
Hartos de esperar, recogimos las bolsas de papitas y golosinas de la banqueta para emprender la partida. Justo cuando llegábamos a la esquina de mi casa, la Cherokee pasó en dirección al castillo.
Tavo, que venía un poco rezagado, gritó, ¡es Saúl!
Mientras bajábamos a todo galope, Casa, con la voz medio ahogada, nos advirtió que Saúl venía con compañía. Al llegar a la entrada del fraccionamiento, nos percatamos de que, efectivamente, Saúl venía acompañado por una chica.
-¿Ya viste quién es? Preguntó Beto con incredulidad al observar el descenso glamoroso de la copiloto.
-No mames, es Rebeca de Alba, expresó sorprendido Gustavo.
Atónitos, miramos como la pareja se perdía detrás de la puerta de entrada de la casa.
Día de espera 3
-¿Otra vez por acá? Cuestionó extrañado Armando.
-Hoy es el día bueno. Hoy nos va a saludar, vas a ver, mencioné con enorme seguridad.
– Ese vato es a toda madre. Mi carnaval “el Morado” andaba sin chamba y se le acercó. Ahora es parte del staff de los Caifanes. Así de chido es ese carnal. Don Aniceto, el que vive en la casa con el zaguán rojo, se lleva muy bien con él. Dice que pronto se va a ir con Saúl a grabar un video de su nuevo material. Contó Armando con el orgullo que demuestran quienes comparten una primicia.
-Ahí viene Saúl, anunció apurado Casahonda.
El líder de Caifanes estacionó su camioneta en tres movimientos y al percibir que lo saludábamos a la distancia, se acercó para charlar con nosotros
-¿Cómo están bandita? ¿Qué me cuentan? Preguntó Saúl mientras nos saludaba con un chingo de cordialidad.
-Todo bien Saúl. Eh, ¿cómo se encuentra la banda tras la salida de Sabo? Pregunté con mucho nerviosismo.
-Pues la verdad, estamos bien carnalito. Es una lástima la salida del Sabo, pero no hay de otra, hay que seguirle dando. Es parte del rock and roll. Respondió Saúl con ligereza.
-Oye Saúl, ¿cuándo vuelven a tocar? Preguntó Beto envalentonado.
-La neta es que la gira de El Silencio nos dejó exhaustos. Lo que te puedo decir es que en el corto plazo no tenemos tocadas a la vista. Pero no te saques de onda, he estado trabajando en rolas nuevas para nuestro siguiente álbum. Contestó Saúl.
-Pandilla me tengo que ir, chido saludarlos. Dijo Saúl al despedirse de nosotros.
– ¿Por qué no le dijiste que nos firmara las playeras? Cuestioné a Casa de manera automática.
-Me puse nervioso, la situación me sobrepasó, no sé dónde dejé el plumón. Respondió Gustavo sumamente confundido.
Día de espera 5
-¿Qué Pachuca por Toluca mi Armando, cómo estás?
-¿Quiubo? ¿Qué transita por tus venas, carnal?
-¿A qué hora jugamos el domingo?
-A las nueve. Recuerda que tenemos que estar 15 minutos antes para poner la alineación.
-Aquí está lo que te debía del arbitraje pasado.
-Chido mi Guma, tons nos vemos el domingo. ¿Vas a esperar a Saúl?
-Simón, ojalá que lo podamos topar para que nos firme.
-Vientos. Pues ahí nos vidrios.
-Ahí nos vidrios.
-¿Ya pagaste? Preguntó Beto con interés.
-Sí, asenté con la cabeza.
-Yo creo que no va a llegar, igual y ni está en la ciudad. Ya llevamos un rato y ni sus luces. Mencionó Casa, visiblemente fastidiado por el tiempo de espera.
-Yo igual ya me aburrí. ¿Por qué no vamos al Shakey’s por una jarra de cerveza? Sugirió Beto.
-Yo también ya me estoy desesperando. Pero vamos a hacer una cosa: treinta minutos, y si no llega nos vamos. ¿Cómo ven? Propuse al recostarme en la banqueta.
-Va, media hora, pero la voy a medir pinche Guma, porque luego te haces bien güey. Apuntó Gustavo mientras ajustaba el cronometro en su reloj pulsera Casio.
Cuando el tiempo estaba por cumplirse, Saúl arribó a su casa con una chica alta, trigueña, de unos veintitantos años. En el momento en que la acompañante abrió la puerta del departamento, desde nuestra perspectiva pudimos distinguir un mueble de madera con varias guitarras y un hermoso piano blanco, similar al que utilizaba John Lennon en sus últimas presentaciones. Por su parte, Saúl abrió la cajuela de la camioneta y extrajo unas bolsas que se apresuró a llevar a su casa. Luego de cerrar la cajuela, se acercó a saludarnos con la sencillez y la cordialidad de siempre.
-¿Quiubo pandillita, cómo están? ¿Qué me cuentan?
-¿Qué onda Saúl? Pues sólo te queremos saludar y ver si nos puedes firmar nuestras playeras, sostuvo Casahonda con relativa seguridad.
-Simón, respondió Saúl sujetando el plumón que Gustavo le había extendido.
Acto seguido, los tres nos desprendimos rápidamente de nuestras playeras para recibir la rúbrica personalizada del gran caifán. Luego, superando mis ansias y mis nervios, me atreví a tomar la palabra.
-Oye Saúl, yo sé que a ti te late un buen el fut. Me han dicho que los sábados por la mañana acudes al campo de futbol para echar porras y dar consejos a los chavitos, mencioné con seguridad.
Luego, realicé una breve pausa y lancé este exabrupto: le propuse a Saúl jugar futbol los domingos en nuestro equipo, El Dínamo de la Angostura. La verdad es que esta sugerencia surgió de manera espontánea, la solté sin esperar una respuesta positiva, simplemente la hice para decir algo, para no pasar desapercibido.
Saúl meditó brevemente mi propuesta y señaló: dices que los partidos son los domingos por la mañana, mmm. La neta es que estoy un poco oxidado, pero no me desagrada para nada la idea de regresar a las canchas. ¿Qué necesitas para que me integre al equipo?
-Con voz trémula respondí. Necesito una foto tamaño infantil y veinte pesos para el registro.
Inesperadamente, Saúl sacó veinte pesos de su billetera y preguntó: ¿a qué hora jugamos el domingo? ¿De qué color es nuestra playera?
Al percibir que me había quedado en blanco, Tavo respondió: el partido es a las nueve y nuestra playera es roja.
-Vientos huracanados, respondió Saúl. Y agregó mirándome fijamente, te voy a dejar con el portero del fraccionamiento mi foto para que pases por ella, ¿blanco y negro está bien?
-Blanco y negro está chido, respondió Beto.
-Bueno, dense una vuelta mañana por la tarde, les voy a dejar la foto con don George, dijo Saúl mientras se despedía de nosotros.
***
-¿Qué te pasa? ¿Todo bien? Hoy te levantaste temprano, hiciste tu cama y terminaste todos tus deberes.
-Todo , má.
Ciertamente, estaba ilusionado por la incorporación de Saúl al equipo. Chale pensé de repente, se me olvidó preguntarle su posición en el terreno de juego. ¿Será mediocampista o será defensor? Analicé escuetamente estas posibilidades y concluí que por su estatura debía jugar en la defensa central como el Kaiser, Franz Beckenbauer, o bien en la media de contención como el argentino Fernando Redondo. No creo que juegue en la delantera, pero podría ser Gulit. Sin embargo, después de comer y hacer algo de sobremesa, justo cuando me disponía a ir a buscar a don George para recoger la fotografía, imaginé un posible resultado adverso. ¿Qué tal que Saúl está grabando o escribiendo rolas y se le olvidó lo de la foto? ¿Qué tal que no tiene a la mano fotos tamaño infantil en blanco y negro?
-Buenas tardes don George.
-Buenas tardes, ¿en qué te puedo ayudar?
– Vengo a recoger una foto que me dejó Saúl Hernández.
-Ah, con qué tú eres el de la foto. Aquí está, indicó don George mientras me entregaba un sobre blanco con el logo del estudio fotográfico Itami.
-Gracias don George.
Mientras caminaba mis rodillas temblaban como gelatinas. Después de algunos pasos, suspendí mi marcha para sacar la foto del sobre. De pronto, un escalofrío me recorrió el cuerpo y erizó los bellos de mis brazos. Saúl aparecía como de costumbre con la matota suelta, luciendo una camisa obscura en cuello “v”, junto con un esbelto collar de pequeñas cuentas de madera que le adornaban el cuello. Me llamó poderosamente la atención el fondo utilizado por el fotógrafo para encuadrar el retrato, pues sobresalían flores de acanto, similares a las que utilizan los arquitectos cada vez que centran su estilo estructural en el orden clásico corintio. En el reverso de la foto, con caligrafía cursiva se leía: Saúl Alfonso Hernández Estrada. No lo podía creer, me costaba mucho trabajo aceptar que tenía en mis manitas la foto infantil del mero master de Caifanes y, más aún, me costaba enormemente admitir que jugaría en nuestro equipo de futbol.
Jueves, viernes y sábado fueron días sumamente tediosos. Para evitar castigos y tener permisos abiertos, Beto, Casa y yo, decidimos no vernos hasta nuestro “día D”. A pesar del aburrimiento, cada vez que pensaba en el partido del domingo, comenzaba a sentirme gravemente alegre. Fui con mi familia al súper y al tianguis de muy buen gana. Lavé con esmero el coche de mi papá. Sin remilgo alguno, comí todos los platillos preparados por mi mamá. Le cedí el lugar a mi hermana para escoger película en el video club. Me abstuve de realizar cualquier tipo de comentario mientras mi familia observaba la telenovela estelar del canal dos. Incluso, cuando llegó de visita a mi casa mi primo Rudy, “el castroso”, me limité a extenderle, en lugar de zapes, puras sonrisas falsas.
****
La noche previa al partido no pude conciliar el sueño, sólo dormité. A las ocho de la mañana ya me encontraba sentado en las gradas de la cancha central de la Angostura, aguardando el arribo de mis compañeros. Aunque el partido que se jugaba en estos momentos generaba gran expectación en el público presente, mi cabeza se concentraba en nuestro partido y en la presencia de Saúl. De a poco comenzaron a llegar los integrantes del equipo. Beto llegó presumiendo calzado nuevo. Casahonda, como siempre, comenzó a quejarse de una supuesta dolencia muscular. El grueso del equipo no llegó en óptimas condiciones. El día anterior se habían dado cita en los quince años de la hermana del Pescado. Como bien dice la canción: el Tripas llegó bien servido para un taco; el Greñas apareció todo deschongado; el Muelas arribó todo chimuelo; el Cuirias llegó pelas al juego; el Callo llegó a la cancha reventado, y el Llanta apareció como globo desinflado.[2] Por su parte, Armando, el capitán y el más responsable del equipo, nos reunió para poner la formación.
-Carnavales, hablé con el Pescado y por razones obvias no va a poder venir. Le acabo de decir a mi primo el Nico que nos haga el paro.
-No manches Armando, tu primo siempre anda bien puesto, señaló el Muelas con molestia.
-¿Quién es el Nico? Preguntó discretamente Casahonda.
-Nico es la “Madre Superiora”, contestó velozmente Beto.
-¿Por qué la Madre Superiora? Cuestionó Casa.
-Pues por el tiempo que lleva con el hábito, respondió Beto con una sonrisa socarrona.
Entre tanto, yo fijaba constantemente mis ojos en la puerta de la entrada para atestiguar la llegada de Saúl.
-Yo le dije a un compa, aquí traigo su registro enmicado y todo. Ya no tarda. En caso de que no llegue metemos al Nico, señalé, echando un nuevo vistazo a la puerta de acceso.
De pronto, cuando el partido estaba próximo a comenzar, avanzando perezosamente hacia el terreno de juego, apareció Saúl con playera colorada. Rápidamente saqué de mi bolso deportivo el registro y se lo entregué al árbitro del encuentro.
-¿De qué juegas? Le pregunté emocionado
-De volante, respondió Saúl.
Beto, Casa, Armando y yo, estábamos asombrados, no lo podíamos creer. En el momento en que el juez silbó el inicio del cotejo, Saúl, el vocalista de los Caifanes, se sujetó el cabello con una liga color negro y se sacudió con ambas manos la pelusa de los hombros de su playera. Cuando recibió el balón, un brillante rayo de sol iluminó su silueta. A partir de ese extraordinario momento confirmamos que la máxima figura del rock mexicano se había convertido en un integrante más del Dínamo de la Angostura.
[1] Nota para la mazapán generation. Patylú fue una panificadora mexicana muy exitosa en los años noventa. Sus productos estrella, donas y trenzas, se caracterizaban por la consistencia del pan y lo rico de sus coberturas.
[2] Nota para la mazapán generation. La canción a la que se refiere el autor es “Barata y Descontón”. Esta melodía, interpretada por el icónico grupo “Trolebús”, fue sumamente popular entre el público rockero de Chilangolandia, durante el segundo lustro de los años ochenta.
Edición por Perla Camacho Camarena
Sin lugar a dudas, una de las peores direcciones del Gobierno Estatal de Yucatán ha sido, históricamente, la Dirección del Catastro Estatal. Siempre asfixiada por burocracia, abusos, malos tratos a los ciudadanos y, además, a partir de la administración del Gobernador Mauricio Vila, con muchos de sus servicios hasta dos veces más caros que en los gobiernos anteriores.
Las principales funciones del Catastro son: el censo de los bienes inmuebles, asignación de nomenclaturas, valuación para fines fiscales, validación de medidas, validación de ubicación y colindancias, validación de superficies de los bienes inmuebles, expedición de oficios, entre los más comunes; así como oficios de división y de urbanización, expedición Cédulas Catastrales y Validación de Planos Catastrales.
En el estado de Yucatán existen 106 municipios, los más grandes gozan de más recursos e infraestructura y cuentan con la capacidad técnica y financiera de tener su propio Catastro. Son 28 los municipios que presentan estas características y tienen su “Catastro Municipal”. Entre los municipios con Catastro Municipal destacan Mérida, Motul, Progreso, Izamal, Valladolid, Tizimín, Kanasín, y Umán.
Los 28 Catastros atienden a todos los predios dentro las demarcaciones de cada municipio con los servicios antes mencionados. Sin embargo, ¿qué pasa con los 78 municipios que no cuentan con su propio catastro? Vamos a empezar por aclarar por qué no tienen su propio catastro. La razón es que no tienen la suficiente infraestructura ni los recursos para mantener su catastro, se trata de los municipios más pobres y menos desarrollados. Los habitantes de estos municipios que requieran de un servicio catastral como, por ejemplo, manifestar la construcción de su predio, inscribir su predio en el catastro, fraccionar su predio en dos o más partes, actualizar su Cédula Catastral o urbanizar su predio, tendrán que acudir a la Dirección del Catastro Estatal para solicitar el servicio. Hay un sinnúmero de razones por las que un ciudadano necesitaría tener su Cédula Catastral actualizada, por ejemplo, para vender su predio o donarlo, hacer su testamento; para solicitar su crédito INFONAVIT o FOVISSSTE, para acceder a algún apoyo o programa de gobierno etc. Desafortunadamente, el servicio en el Catastro Estatal es, a diferencia de los 28 Catastros Municipales, deficiente y caro.
TIEMPOS DE RESPUESTA
Si un ciudadano solicita la actualización de su Cédula Catastral en uno de los 28 Catastros Municipales, el tiempo de respuesta será de, cuanto mucho, 5 días y en algunos casos la entrega será inmediata. En contraste con el Catastro Estatal, el mismo trámite tardaría más de 20 días, si tiene suerte.
Si lo que el usuario requiere es fraccionar su terreno, se pone peor el asunto. Mientras que en cualquiera de los 28 Catastros Municipales tardarían 10 días o menos en expedir un Oficio de División, el Catastro Estatal tarda, por lo menos, 3 meses para entregar el mismo oficio después de haberlo solicitado. Sin duda, esta demora en los tiempos se debe a la apatía e indolencia del personal de dicho Catastro, pero más aún, a la burocracia tan arraigada que prevalece en el sistema y en los procedimientos del Catastro Estatal. Son excesivas las revisiones, vistos buenos, los cambios de manos del expediente también, van del área técnica a la jurídica y posteriormente a la dirección. Los procesos son burocráticos y no se muestra interés por la urgencia de la gente.
MALTRATO A LOS CIUDADANOS
En adición al pésimo servicio, es necesario mencionar que la mayoría de las veces se trata con desdén a los ciudadanos que acuden a hacer sus trámites, sobre todo a los más vulnerables. Me refiero a la población indígena que viaja desde sus comunidades a la capital del estado para solicitar alguno de los servicios que ofrece el Catastro Estatal. El trato es frio y la información escueta. El usuario deja las oficinas con más dudas de las que tenía cuando llegó, con la sensación de que no podrá concluir su trámite, ya que muchas veces ni siquiera lo pueden empezar. Se va con un “NO SE PUEDE”, “NO PROCEDE” o “NO ES FACTIBLE” que, en muchas ocasiones, el empleado de la ventanilla incluso pareciera disfrutar.
Los requisitos impuestos a los ciudadanos para llevar a cabo dichos trámites son excesivos y, en muchos casos, innecesarios, ¿Por qué no basta con el deseo manifiesto y la solicitud de cualquier propietario de un bien inmueble para que proceda su trámite? Aparentemente, el Gobierno Estatal olvida que los usuarios del Catastro son legítimos propietarios de sus predios, que son mayores de edad, que son capaces de tomar decisiones con respecto a sus bienes y que no necesitan de su actitud paternalista (en el mejor de los casos). Considero que el trato por parte de los burócratas es prepotente, ya que tienen el poder de dictaminar quién pasa y quién no.
La administración de Mauricio Vila debería de recordar que los ciudadanos van al Catastro por una legítima necesidad de actualizar su Cédula Catastral, en ocasiones para terminar otro trámite, el cual bien podría tratarse de una emergencia médica, legal o financiera.
A pesar del aumento de los costos por los servicios catastrales de hasta en un 140%, el servicio continúa siendo deficiente y, ahora, con la llegada de Vila Dosal, se hace más evidente el clasismo y hasta racismo que impera en el trato a los usuarios. Se percibe que el buen trato es selectivo y está reservado para los amigos del “Gober”, como le gusta que le digan.
La atención a los ciudadanos de a pie en los 28 Catastros Municipales es muy distinta. Los funcionarios muestran una mayor sensibilidad y empatía a sus usuarios, quizá por pertenecer a la misma comunidad.
COSTOS
En el 2018, antes de que Vila asumiera el cargo de Gobernador, una Cédula Catastral en el Catastro Estatal costaba $156.00 pesos. Hoy, 3 años después, el costo es de $377.00, un 140% más.
El aumento en los costos del Catastro Estatal es inmoral y abusivo; habría que recordarle a Mauricio Vila que este catastro atiende a las personas más pobres de todo el estado.
¿Acaso los ingresos de los habitantes de esos 78 municipios a los que atiende el Catastro Estatal aumentaron proporcionalmente durante el mismo periodo? La respuesta es obvia: no. Sin embargo, Mauricio Vila parece no tomar dichos datos en consideración, decidió hacer del Catastro Estatal un negocio, en lugar de apegarse a la función esencial de dicha oficina, que es brindar un servicio para los ciudadanos.
Vamos a dar un vistazo a los costos de las Cédulas Catastrales en 3 de los 28 Catastros Municipales. En el Catastro Municipal de Motul, el costo de la cédula es de $120.00 pesos, en el de Dzidzantún de $175.00 pesos y en el de Izamal de $60.00 pesos. Las cifras reflejan que para las comunidades menos favorecidas el costo es mayor. Es importante mencionar que no sólo se aplicaron incrementos en los costos de la cédula, la realidad es que todos los servicios aumentaron en más menos la misma proporción.
CONCLUSIÓN
Es claro que, al gobernador Mauricio Vila no le interesa gobernar para los más pobres. Los constantes aumentos en los precios de los servicios catastrales es una prueba de ello. Vila decidió aplicar políticas que van en contra del bienestar de los ciudadanos. Parece que la tendencia es manejar al Catastro como si fuera uno más de sus negocios: con productos caros y chatarra, mal servicio y salarios bajos para sus empleados. Desafortunadamente para los ciudadanos, en este caso se trata de un monopolio. Únicamente en esa dependencia se pueden solicitar los servicios que se han estado mencionando. El Catastro Estatal es el negocio perfecto para el “Gober”.